jueves, 15 de septiembre de 2011

José Luis Quirós Manjón (Pipas): Día 10 del IV de 1979 (*)



Carretera demasiado estrecha con parajes pintorescos. No hay conversación. Nuestras miradas van hacia un punto, tal vez muy distante. Siguen las curvas. Una casa de vez en cuando nos saluda. Vamos hacia Mazarrón. Sin saber como es, pero da lo mismo. Nos tragamos kilómetros y kilómetros. Y ningún sitio nos cogerá, porque el abismo sigue.

Estamos llegando a Mazarrón después de la interminable carretera y de sus variopintos paisajes de su colorista tierra: aquí es violeta, allí morada... El pueblo, nada mas verle, parece mas pequeño que la urbanización de la playa. Turistas colgados y sin saber donde agarrarnos.

Algún día llegaremos a la picota de la montaña y nos fundiremos con el espacio, entonces, tal vez, podremos bajar al mundo. Mientras, seremos islas flotando que navegamos a la deriva.

Si, ya lo sabemos, el mundo está lleno. La gente lo sabe. Nosotros también. Estamos paralizados. Por nuestras venas no circula nada. Parece que 'su droga' tantas veces inyectada por la fuerza hace sus efectos. Y aquí nos tienen, como lumpen deambulando por las calles, arrastrándonos hacia las luces de las bombillas irreales. Y cuando estamos cerca se destruyen, ¡qué putada!

Agua, quejidos quisiéramos vomitar lo que nos hace tanto daño. El  estómago cada vez empeora mas y las prisas nos hacen temblar. Y sus escalofríos como cuchillos nos dejan sin cabeza. Una vez mas, una vez mas, se repite, se repite, el proceso. El laberinto está en la explanada mas sencilla: que nos puede decir, ahí, el mar, o esa montaña escarpada que ahora vemos, o las palmeras que se mueven en su compromiso con el viento.

Pero eso no lo podemos anteceder por ahora. Estamos cerrados a nuestra energía esencial, ¡otra putada!

Coches de Madrid... Hay cantidad de coches extranjeros. La gente de aquí... nos apostaríamos a que se siente invadida... Y no tenemos por tanto nada que hacer. Esa parece ser la tónica de nuestro viaje. Espera que sepas nuestro movimiento para saber de soledad e incomprensión, de rabia e impotencia, de murallas construidas a nuestro alrededor. Somos un llanto mas de esa verdad que se respira. Que nadie explicará.

Solo deseamos (...), nuestra conversación se reduce a la mas leve necesidad de comunicación. Miramos siempre para arriba. A miles de kilómetros de nuestros pies. Pidiendo una respuesta que nunca encontramos. En el coche estamos mas tiempo que fuera. Descansamos para seguir nuestra carrera. Que apenas satisface nuestro agobio. Nuestra desesperada escapada a Mazarrón.
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(*) Lo titulamos así al ser uno de los pocos escritos que tienen fecha encabezándolo


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