Quiero hacer tantas cosas, escribir y decir tanto... Todo lo que se me ocurra.
Nunca lo hago. Siempre, hasta ahora, me quedo en el principio, en lo mas fácil: levantarme temprano, acabar una obra que haya terminado.
Mi espíritu inquieto mueve las palabras fuertemente, pero los hechos se resisten. No me reconozco. Me alabo, me escupo y algunas veces encuentro salidas. La mayoría son coágulos que se forman, aprietan, descalzan, añoran y no revientan. Una terrible aspersión contraresta y no me hace estallar.
¿Hasta cuándo esta batalla será tan dura? ¿Hasta cuándo descenderá el (...) exacerbado en la destrucción? ¿Hasta cuando mi batalla se convertirá en líneas a seguir, a conseguir, a (...) o emular?
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