Las formas indebidas merecen una atención en el caos cotidiano, entre las las fuerzas de choque de tu campo de batalla; a todos nos pasa, a todos nos revienta que nos ataquen en cualquier achaque.
Hace tiempo dejo que discurra la catástrofe, provoco otra catástrofe y me meto en la tormenta; salgo coriendo cuando las mil voces estallan hasta el máximo aguante.
No es una forma de masoquismo, es mi forma de solución y cuando me doy cuenta que estoy atado, que son pensamientos condicionados, se me abre la boca y un malestar general sopla en mis adentros.
Obscuridad que resbala por mis paredes hasta que encuentre un color bonito; no quiero llegar a ningún extasis, pretendo simplemente estar de acuerdo.
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No sabes qué hacer en el millonésimo punto de las paradas. Una sucesión continuada de estos puntos, te dice que tu esquema mental no te lleva a una salida, te mantiene en un choque constante y no sabrás cual es tu obligación forzada para cualquier deseo, pero sabes lo primero: sabes donde estás inmerso y lo que tienes que hacer de tu táctica; eres un guerrillero, hay muchos guerrilleros, pero no unimos nuestras fuerzas. En la multitud de sendas, en el reducido espacio en el que se desarrollan, unas se cruzan con otras, unas se imponen a otras, involuntariamente, y nos anulamos.
Salgamos del marco geográfico donde es imposible vivir, cuando quieres volar tienes demasiadas alas pesadas y complicadas. Solo quiero decir una cosa: mi casa no está aquí; y voy a lo cómodo en un sinfin de roces violentos que te pueden volver loco de un momento a otro; no te fijes en su vida ¡haber cuando te enteras que no es la tuya!
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(*) Título nuestro
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