Caras adormecidas. Muchos hombres de edad madura. Unas pocas mujeres y jóvenes. Apenas ha amanecido. Lo curioso de sus expresiones es su tristeza normalizada, su disgusto aceptado... Es un mundo al que generalmente no me asomo.
Trabajadores puteados. Allá van con la comida. La bolsa bajo el brazo. Sobreviven muriendo. No son trabajadores normales.
Las calles están vacías. Hay una brisa ligera con evocación fantasmal y algo de humano golpeado y maltratado.
A esas horas, cuando la ciudad duerme, solo algunos coches, el autobús y el metro. Esa gente marcha acuciada de excepticismo ante la vida. A esas horas el viento corre libre y puedes desnudar los muros. Ver las engañosas estrellas, apagadas.
La esperanza, nuevo horizonte
Su figura, cual luna, se sumerge
a ese lugar donde el sol duerme
para bañarse en lo concreto
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